Fundacion Alambique para la Poesía

Saber que no hay misterio

 

Saber que no hay misterio

en todo lo que ves,

o que no ves,

porque todo es tan claro

que, si cierras los ojos

y cruzas los umbrales

sin saberlo,

has de volver  aquí

y podrás ver que todo

sigue igual,

igual que si esperara,

porque ya habrás llegado.

23 y 24 - enero - 2014


 

* * *

 

Qué sorpresa que el agua

Qué sorpresa que el agua

caiga así

y que puedas sentirte

agua también

que caes hacia arriba,

en donde todo nace.

Agua feliz,

pugna por ser,

en el desierto,

nueva fuente de vida.

3 - noviembre - 2013

José Corredor-Matheos

 

 


Diversió

 

Situem el paper

en un viatge pel temps:

la música i l'atmosfera

transporten desig;

ella i ell

s'adapten al present,

ressalten l'exercici sincer

de diversió impactant

i busquen referents recents

per mostrar rebel· lia.


* * *

 

L'alçada del món


Anirien al cim més pròxim

descobrir l'alçada del món.

Ho farien a la manera brillant

dels exploradors clàssics.

Ara s'han introduït

sense prudència

a la cova de l'espeleòleg,

coneixedor de la terra

els seus misteris.

Sí, anirien allà dalt de tot

des del dedins més profund.

Juli Micolau

 


 

Diversión

 

Situemos el papel

en un viaje por el tiempo:

la música y la atmósfera

transportan deseo;

ella y él

se adaptan al presente,

resaltan el ejercicio sincero

de diversión impactante

y buscan referentes recientes

para mostrar rebeldía.


* * *

 

La altura del mundo

 

Irían a la cumbre más próxima

a descubrir la altura del mundo.

Lo harían a la manera brillante

de los exploradores clásicos.

Ahora se han introducido,

sin prudencia,

en la cueva del espeleólogo,

conocedor de la tierra

y sus misterios.

Sí, irían allá arriba del todo

desde el adentro más profundo.

Juli Micolau

(Traducción del autor)



 

Poema del día sin hora

 

¿Y quién te salvará a ti, día sin hora,

e inerme cantará tu nada plena,

tu luz inadvertida, monocorde,

tu ausencia de fragancias y armonías,

tu nula prospección a los recuerdos?


¿Qué puntal de palabras podría sostener

tan precarios cimientos sin imágenes

–son fuentes las imágenes

en la incierta jornada del poema–

ni una triste metáfora

que llevarse al talego?

Válgate

saberte necesario para el realce

de los días de estreno,

arpados y fragantes, con su luz

de estaño, autodidactas,

días rutilantes que no necesitan

como tú quien les cante, día sin hora,

preterida muchacha a la que nadie

mira en el baile desatento de la vida,

con su secreto intacto

y un corazón entero para dar.

Sergio Fernández Salvador



Johann Strauss ante la tumba de su hermano Josef[1]

 

Viena sigue bailándome

ajena a su tan próximo hundimiento.

Si ahora todo callara

quedaría del vals el pobre esparto,

el Danubio amarillo,

un otoño con hojas repitiéndose, frustración y peonzas,

furibundas peonzas

trepanando adoquines.


Por eso me agasajan:

porque soy necesario.

Las melodías visten turbias pieles.


Me parece escucharte en mitad de las noches

convocando a la música suicida,

la del temblor undoso,

desesperada sombra.


A veces se diría que tu voz me cantase

en esta senectud de mi designio.

Mas no tengo el valor de las esferas,

tu altura de ciprés.


Cuando concluya nuestro tiempo,

incluso más,

la memoria fingida de emperatrices rosas,

nómbrame,

tibio hermano,

sobre el agua infinita, perdidamente azul.

Antonio Daganzo




Si después

 

Y si después alguien un día cualquiera despierta tu sueño

y sientes cómo la realidad se rompe.

Si en ese impulso detectas latidos en tu corazón

donde el ritual del ritmo está a punto de extinguirse...

Y si después ves caer la lluvia sobre las flores ya marchitas

y el lamento silencioso ha dejado al destino sin embrión

ni alma, y entre las pestañas de la noche cruza un cuchillo

donde los ojos miran la sombra convertida en piedra,

piedra hecha de cal de las paredes vivas,

donde el alma espía disfrazada de estériles ideas,

y si después surge el frío de un adiós, y las palabras

son escarcha hecha de lágrimas descuartizadas

en el nervio de cualquier mundo. Sin manifestar dolor,

ni disgusto, ni rabia por tanto bullicio en la noche...

Y si después sabes guardar con llave el lamento

de algún ser macabro y mezquino, y nadie grita

ante el trágico molde de la vida,

porque sobre la hondura de la tierra está creciendo

una raíz sin límites, que se va enganchando al abismo

de tus ojos... Si esos ojos siguen abiertos aunque sea de noche,

empuña el sueño hasta que sientas la pureza del día

dentro de ti.

Araceli Sagüillo

(Del libro inédito Viajando con los ojos cerrados)

 



Trémula mirada

 

Por el mar alargado de ese río

se reflejan brisas de aires perdidos

encrespando de olas diminutas

su figura de túnel descubierto.


El cielo tiembla a través de estrellas indecisas

con esa vocación de intermitencia

que te enciende y apaga los deseos

que residen más arriba de lo arriba.


Hay un cierto temblor en las hojas suspendidas

de esos árboles que nunca caminaron

y que siempre quisieron, sin decirlo,

ser viajeros desprovistos de raíces.


El mundo se mueve ante mis ojos,

me llena el corazón de más latidos.

Todo es paz y dulzor trémulo entre las manos

en ese preciso momento en que te miro.

Felipe Espilez




En mi cuaderno

para Ángel, para Agustín

 

Se me asoman a la vida

como una estampa infantil,

tierna, querida, bajo la cruz escondida

del poeta insomne. ¡Duerme!


Ángel, Agustín, compadres:

¡cómo sonríe la vida cuando, al instante,

ponemos el abrazo tierno que, como dos colegiales

en hora de recreo, sonríen frente a frente

en gesto detenido para siempre!...


El mejor hombre se mantiene niño;

el niño es, siempre, el mejor hombre.

¡Sonreíd, poetas, amigos, sonreíd

en el marco imposible del instante,

que nada puede ya la muerte

sobre la estampa del aire!

Luigi Maráez

 



Invocación

 

La vida me traspasa,

me atraviesa, me trasciende.

Los códigos binarios

de su latir

se me hacen indescifrables y extraños.

Como números al azar

que se mueven frente a mí

a oscuras.

Todo es rápido, urgente,

curioso.

Abro los ojos de asombro

y me dejo estar, ir, flotar,

fluir.

¡Quiero ser-estar, existir,

seguir! Quiero.

(3 de abril 2013)

Adriana Davidova

 



Fuerza que tensa el arco

 

¿Será la tierra del ayer inhóspita

Labrada con esfuerzos de titanes,

Tierra en sazón ahora saqueada

Por la mano del bárbaro, el mañana?

El miedo puede ahogar como una boa

Que a tu cuerpo se anuda

Y te aplasta los huesos

Y te arranca el vigor.

O puede ser fuerza que tensa el arco,

Avizora la presa

Conteniendo el aliento

Y lanza el dardo con mano de hierro.

No, no ha de ser ceniza lo construido;

No pueden engañarnos.

Aún rueda la rueda de la Historia

Y no todo, o casi nada, está dicho.

Antonio Capilla

 



Silencio

 

Silencio,

cálidas aguas.


Silencio,

suma del Todo,

no falta nada.


Silencio,

trágica mordaza.


Silencio,

torbellino de cuchillas,

laceras mi alma.


Silencio,

la maza.


Silencio,

tus caras.

Pilar Bastardés

 



No hay sustancias
que guíen mis palabras.

Hay sobriedad silenciando mil formas de morir,

diciendo que somos incurables o que los dedos

son la pólvora. Tenemos la capacidad del matadero

y vamos rompiendo el mundo en pequeños pedazos,

desmigajándolo e intentando que la naturaleza lo digiera

y cree algo bello con nuestras miserias; con las manos

confundidas vamos desmembrando las farolas,

como si pretendiésemos ocultar nuestros fallos

sembrando oscuridad a nuestro paso y luego

nos sorprendemos porque tenemos bocas que gritan

por el shock y frentes donde la incertidumbre crece

como un tumor, donde los pasos se resquebrajan.

Y nosotros, encerrados en edificios con vientres

de hierro, buscamos labios ajenos que borren

los ecos en la sangre, que pongan betadine

en las heridas que nunca cicatrizaron; buscamos

ardientes piernas que nos hagan olvidar que la soledad

contiene alguna de las letras de nuestro nombre

o que ya somos mitad ceniza. Aún no hemos aprendido

nada de las calles ni de los barrancos y al final en eso

se está convirtiendo todo, sin ninguna esperanza al borde

de la ventana nos sentamos y anochece y nunca será

lo mismo.

Saray Pavón Márquez

 



La trama de la luna

Para Paula

 

He urdido el plan,

trazado sus líneas maestras,

sopesado las inclemencias del tiempo,

los rigores de las batallas y las contiendas.


He interrogado al sabio oráculo chino

que se expresa en una finitud de hexagramas,

consultado a nigromantes y adivinos,

escudriñado las vísceras de las aves,

leído aburridos manuales sobre

los usos del arte de la guerra y la retórica.


He indagado en antiguas y oscuras mitologías,

como las del griego y las del fenicio,

y en otras más modernas, aún más increíbles,

que narran que dos hombres osaron

pisar tu suelo, imprimiendo así en él sus huellas.


No he desdeñado paganos y bárbaros rituales,

como el de los impíos bebedores de sangre humana

y el culto que a ti debían,

ni olvidado la benéfica influencia que ejerces

sobre hombres-lobo, vampiros y demás diabólicas criaturas,

hijas de tus noches.


En una de ellas, anónimo entre las gentes,

como espía que sólo viviera con la esperanza

nacida del deseo de contemplarte, me sorprendiste.


Alcé la vista y ahí estabas,

desnuda, melancólica, omnipresente.

Eras Dios, el de siempre,

el de los antiguos profetas

que escribieron sobre un muro

hoy resquebrajado.

La ilusión del voyeur

trocóse en un juego de espejos

al saberse contemplado.


Ya no soy yo, del mismo modo

que la forma que nos devuelve el espejo

tampoco somos nosotros.


Si yo te oculto, te rodeo,

te callo y, a veces, te nombro,

¿de qué modo tú, Luna,

me ocultas, rodeas,

callas y nombras?


¡Escúchame! Soy un Hijo de tu Luz,

del destino que señalan con exactitud precisa

la conjunción perfecta de los astros,

la amada geometría de los griegos y el azar,

no menos necesario.


Esta noche he renacido para ti en el verso,

cuando brillante, solitaria y

toda redonda, la forma del ser perfecto,

derramabas tu cono de luz

sobre el monumento central de la plaza.


Tu impermanente forma nos enseña

que en la vida todo es siempre

cambio y mudanza.


De nuevo, me entrego

a la aburrida monotonía de afilar

la espada de la inteligencia,

cegarme en el brillo de su acero.


Otra vez, la vieja mano

escribe versos para el olvido.

Otra vez, el recuerdo del concepto puro,

la expresión justa y la inevitable metáfora.

Una vez más, persigo

la inútil vanidad del comercio

con el que durante siglos

los hombres han intentado conjurarte,

mi amada Luna.


Aún sabiendo que para tu perfección

basta una nube hecha de brisa,

y sobra que te cante

de este amor su lenta agonía

en la trama de mis desdichas.


11-10-2011

Miguel Ángel García Díaz

 



Y otra vez la muerte

 

Y otra vez la muerte

se presentó furtiva

en los aposentos remotos

de mi entraña.


Se sentó indolente

en el frío sillón

de la esperanza

y aguardó con indiferencia

mi descuido.


Te creía más valiente

Oh muerte

más locuaz y compasiva

en tu porte inexorable


pero tú vienes callando

y anhelas sigilosa

mi triste despedida.


Tu extrema palidez

me sorprendió

en la hora más íntima


fuiste firme y rigurosa

en tu apremiante vuelo.


Sólo dejaste intacta mi ceniza.

Marga Clark

(Del poemario: Olvidada de mí, que aparecerá próximamente en Huerga y Fierro editores)

 



Las ondas

 

Sin avanzar las ondas nos describen

El humo repetido de los sueños

El agua recurrente de la orilla

Y el azul impenetrable del amor

 

Están ante nosotros susurrando

Insisten en su azar y nos obligan

A repetir el trazo de la vida

Y el filo delirante del dolor

 

Regresa pues dolor a nuestra suerte

Cautívanos con ondas y con sueños

Mantén junto a nosotros tu mirada

Y vuelve a recordarnos el amor

Jorge Dot

 



Despejad las palabras.

 

Como un puente

o un río

el idioma es de paso.


Despejad las palabras.


Hasta que todas clamen

con sus patrias en blanco

los huecos de su voz.


* * *

 

Beso la luz sin abarcar

el ceño de sus sombras.

Desvío la atención

sin descubrir cuanto pudiera ver.


Las apagamos tantas veces

sin cumplir su misterio:

miradas que tal vez

no tienen fin.

 

* * *

 

Qué ala del decir

reverbera en las cosas


qué vagina

un templo del lenguaje


qué labios

en el viento de las preposiciones…


¿cómo escribir el tiempo

si no cesan de huir

las grietas que ha dejado?

Emilio Pedro Gómez

 

 


La fuente

 

La fuente, sí. La piedra, el agua, todo,

como llegando, nuevo, del olvido.

Y el aire, todavía desvestido

de niebla, con el alba, codo a codo.


Duele la soledad. Ningún recodo

posible para el pájaro. No hay nido

ni grano que robar. Recién venido,

el árbol busca a tientas su acomodo.


¿De qué campo, qué nube, o de qué oscura

entraña, la medida y la figura

de este hombre? ¿En qué mirada se sostiene?


La fuente, sí. La fuente es algo cierto

que me devuelve, intacto, muerto a muerto,

el álbum que me grita y me contiene.

Andrés Quintanilla Buey

 



Escribir

 

No sé si escribir o soñar

Aunque quizás sea lo mismo


* * *

 

El desterrado

 

No conozco más país que tú

 

* * *

 

Reencuentro

 

Contigo soledad

 

* * *

 

Sueño

 

El sueño revelador le mantuvo despierto

hasta el amanecer

 

* * *

 

Celos

 

Cuando el móvil suena

agua lleva

 

* * *

 

El regalo

 

Guardo tu regalo junto al paraguas

No sabes cuánto te he llorado

* * *

El poeta

 

El poeta me desvistió con sus palabras

 

* * *


Se supo tantos secretos

que se olvidó del suyo

 

* * *

 

El hombre es el único animal capaz

de chocar dos veces con la misma piedra.

También el único capaz de preguntarse:

¿qué diantres pinta ahí una piedra!

 

(De Diario ínfimo)

Aida Masip




No saber.

Hundirse como una puta en el silencio de Dios.

No saber.

Buscar entre la basura las palabras de la tribu.

No consumir.

Mendigar palabras en el silencio del Universo.

No follar.

Dejar que el cuerpo se pudra en lo incorporal de las palabras.

No pensar.

Perderse en el pensamiento de las cosas que no hablan.

No llorar.

Tragarse el océano del dolor de los otros.

No amar,

sino ser el amor sin nombres.

Volver al principio, empezar todo de nuevo,

borrar la Historia, borrarse de la Historia.

No nacer.

Dionisio Cañas

(Del libro inédito Canciones para hacer bailar a los osos)

 



[1] A despecho de la mayor popularidad de Johann Strauss, la crítica moderna  tiende a considerar a su hermano Josef como el compositor más dotado, como el verdadero espíritu artístico de la “Dinastía Strauss” vienesa. Su temprano fallecimiento, a los cuarenta y tres años de edad, truncó una carrera musical en pleno y brillante desarrollo.

 
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